domingo, 15 de noviembre de 2015

¿Y la Ley de Alternancia de Genero?


La derecha peruana (PPC, FP y APRA) ha rechazado el proyecto de Ley Alternancia de Genero que busca  intercalar a hombres y mujeres en las listas electorales en los procesos de elecciones.

            En tanto,  en países latinoamericanos  como Ecuador y Bolivia han aprobado la paridad y la alternancia con reformas constitucionales para  elecciones generales, en listas de candidatos, comités ejecutivos de partidos políticos y organismos electorales. Asi van las cosas en la América Nuestra. En abril pasado, los congresistas, Javier Bedoya, Luz Salgado y Velasquez Quesquén, en la Comisión de Constitución,  rechazaron la norma sabiendo que las mujeres constituyen más del 50% de la población general, electoral y aproximadamente la mitad de la militancia de los partidos políticos. Una vez más  la derecha cavernaria  demuestra  ser  enemiga del pueblo y de las mujeres.

            Estos hechos y otros hacen pensar que la política sigue siendo un espacio solo de hombres  porque  cuando  una mujer se atreve  ocupar altos cargos de inmediato es blanco de ataques y hostigamientos, inclusive, afectadas sus vidas tanto personal como familiar.

El peso de la estructura machista

            La estructura masculina unida al sistema capitalista margina abiertamente a la mujer de la política. Esto lo hizo siempre. Desde inicios del siglo XX, la lucha de las mujeres por sus derechos al trato igualitario y acceso a la ciudadanía plena les valió ser desoídas, excluidas, discriminadas, o fueron a parar a la cárcel, al manicomio o al destierro. Recordemos, el comportamiento de los partidos políticos en el debate de la Constitución del 1933,  cuando las mujeres  estuvieron a punto de conquistar el voto, la derecha representada en los partidos, vetaron sus anhelos. Al poco tiempo, hizo todo lo que estuvo a su alcance para dividir el movimiento de mujeres. Después,  la lucha continuó solo en el discurso de algunas  notables mujeres. Con el pasar de los años, se alcanzó el voto, pero,  pronto las mujeres se dieron cuenta que no solo bastaba sufragar,  sino,  debían ser electas a fin de pensar en un cambio en el ejercicio y formas de hacer política.

La Ley de Cuotas

            En los años 90 se dio inicio a la implementación de las cuotas de género. En 1991, Argentina se convirtió  en el primer país latinoamericano en aplicar las cuotas y la llamó Ley de Cupos. Tal fue el incremento de la participación política de las mujeres argentinas que sus voces recorrieron toda América Latina.

            En ese momento, la escasa participación de las mujeres en los puestos de decisión hacía imperiosa la Ley de Cuotas.  Su discusión atravesó  foros y normas internacionales. Al poco tiempo, Costa Rica, México, Paraguay, Bolivia, Brasil, Ecuador y Republica Dominicana suscribieron dicha ley consignando 20% a 40%. Esta conquista quedó escrita no solo en los partidos políticos, también en sus leyes, constituciones e instituciones electorales que establecen la participación de la mujer en los niveles decisorios de las diferentes ramas y órganos del poder.

Nuevos gobiernos se hicieron feministas

            A fines de la década de los noventa, los nuevos gobiernos progresistas de la región, públicamente dijeron que eran feministas por convicción, algunos acompañaron a las mujeres en sus justas aspiraciones, sostuvieron  que no podían gobernar sin la participación de las mujeres. Para ese momento, las cuotas de género garantizaban la integración  de las mujeres a cargos de decisión en  los partidos políticos y el Estado.

            La Ley de Cuotas por su carácter compulsivo obliga incorporar a  mujeres en listas de candidaturas o en listas de resultados electorales. Pero,  se comporta como  medida   transitoria  y su vigencia está sujeta a la superación de los obstáculos que impiden una adecuada representación de mujeres en los espacios de poder y representación política.

           

El Perú y la Ley de Cuotas

            Las mujeres peruanas asimilaron todo lo que venía ocurriendo en la región. Tomaron conciencia que no solo bastaba tocar la puerta. Se dieron cuenta que necesitaban garantizar su ingreso a los órganos de poder, entonces deciden hacer suyas las cuotas de participación política.

            En 1997, durante el régimen del fujimorato, el Perú adoptó la Ley de Cuotas. Muchas mujeres fueron convencidas por el discurso del presidente autócrata  y por su práctica pro activa a favor de los temas que les interesaba.

            En el año 2000, la Ley de Cuotas se  introdujo en la legislación peruana que otorgaba garantías para promover la participación política de las mujeres en los espacios de decisión política, siendo la cuota del 30% para las listas que se presentaran en las elecciones presidenciales, regionales y locales.  

            Con la Ley  la participación de la mujer se incrementó.  En 1980, cuando no se usaba las cuotas, la Cámara de Diputados tenía 7.2% de mujeres y la de Senadores, un 3.3%. El primer proceso electoral que aplicó la cuota fue el de las Elecciones Generales del año 2000. El resultado fue claro,  logró duplicar la presencia de las mujeres en el Congreso de la República, pasando del 11% a casi el 22% de representación. En el periodo legislativo  2001-2006 se logró una cumbre de 35  mujeres congresistas (29%) y en el último período parlamentario, la cantidad de mujeres parlamentarias electas descendió a 28, situándonos en un porcentaje de 22% de mujeres en un Congreso de 130 parlamentarios.

 

Muchas veces la ley no se cumple

            Se observa que en épocas electorales los partidos políticos no cumplen con la Ley de Cuota de Género, llevando a colocar el mínimo necesario de mujeres en las listas con la finalidad de cumplir el requisito y así evitar las tachas.

            El Observatorio de las Mujeres ha revelado que en los últimos tres procesos electorales hubo un incumplimiento del 12% de las listas en las cuotas de género (participación del 30% de mujeres en las listas). Es decir, en las listas en las elecciones del 2002, 2006 y 2010 hubo distritos donde no hubo ninguna mujer. Los distritos que más incumplieron la aplicación de cuotas en los tres procesos fueron: San Juan de Miraflores, Villa María del Triunfo y Villa El Salvador. (La Primera, 19.4.14).

            La participación de la mujer en política significa dar batalla, como dice aquella expresión que coreamos en las calles “sin luchas, no hay victorias”.          

Lima, 24 de setiembre de 2015.

18:22 p.m.

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