Hoy se conmemoran 60 años de que la mujer alcanzara el sufragio. A continuación un articulo que escribí en junio del 2014.
En el Perú, el derecho político de la mujer al sufragio llegó tarde. Tuvieron que transcurrir 130 años de vida republicana en ser reconocido. Pero, no en vano, lucharon las feministas de la primera mitad del siglo XX por los derechos políticos y civiles de las mujeres, ellas se enfrentaron a la terca y tenaz resistencia de la clase política que sostenía « que a participación de la mujer en la política traería anarquía y caos en el seno del hogar”. En la asamblea constituyente de
Sin embargo, las
múltiples actividades realizadas por las mujeres quedó reflejada con la
promulgación de la ley 12391, el 7 de setiembre de 1955, durante el gobierno de Manuel
Odría, cuyo artículo 84 expresaba: "Son
ciudadanos los peruanos varones y mujeres mayores de edad (21 años) y las casadas mayores de 18 años que supieran leer y escribir y los
emancipados.
Un año despues, en las elecciones generales de 1956, las mujeres acudieron masivamente a las urnas y la vieja
idea de la superioridad masculina en la la acción política fue cuestionada. Hoy, a pocos
meses de las elecciones municipales
y regionales, paso a relatar significativos sucesos que cambiaron la vida de las mujeres, pero, también de la
política.
Las precursoras del voto femenino
María Jesús Alvarado, es quizás una de las notables luchadoras por los derechos de
la mujer; en
1911 planteó la necesidad de lograr la igualdad de los derechos civiles
y políticos a la mujer. Otra precursora es Zoila Aurora Cáceres quien dirigió la lucha por el sufragio femenino; en 1924 fundó la asociación
Feminismo Peruano, desde donde logró que el tema se discutiera en el Congreso de la República.
Las luchas que
libraron estas feministas favoreció la toma de conciencia de la sociedad
peruana acerca de sus derechos, así como la conquista de los mismos
El veto de la clase política al derecho de
sufragio
La
historia consigna a la asamblea constituyente de 1931 a 1932 en el escenario de los debates del
sufragio femenino. Eran años de cambios que dieron origen a nuevos partidos
políticos, APRA y PCP en las que
se enrolaron mujeres que exigieron sus derechos. La discusión tuvo posiciones. El Partido Descentralista fue contrario al voto de la mujer; el
Partido Aprista Peruano, no lo defendió y lo limitó a las “mujeres
que trabajaban”, y la Unión Revolucionaria que abogó por el voto irrestricto de las
mujeres. Al final, se
impuso el voto municipal a las mujeres mayores de
edad, casadas y alfabetos. De este modo, el congreso nacional vetó el derecho al voto femenino al no hacerse efectivo, la elección de
autoridades municipales recién se
establecieron en 1963.
En las
décadas del cuarenta y cincuenta, hubo proyectos de modificación de la Constitución de 1933.
Sin embargo, ninguno tuvo éxito. El
reconocimiento provendría de un proyecto del gobierno de Odría que promulgó la ley
12391, el 7 de setiembre de 1955. Un año después se convocaron las elecciones generales.
La llegada de mujer al congreso nacional
El 17 de junio de 1956, las mujeres acuden masivamente a las urnas. Era la pirmera vez
que la mujer participó en un proceso electoral. Muchas expresaron su entusiasmo, se
sentían orgullosas de participar al lado
de los hombres en la decisión cívica electoral. El entusiamo
quedó demostrado en el
importante porcentaje de mujeres inscritas en el registro electoral, 34% del total.
Treinta
mujeres lanzaron sus candidaturas en representación de sus departamentos y muchas fueron
invitadas a integrar las listas de candidatos al congreso. Había inexperiencia
en el ejercicio del voto, entonces, las mujeres tuvieron que ser educadas. En
este marco, el proceso electoral eligió a Manuel Prado como presidente del Perú. Y el nuevo Congreso contó, por primera vez,
con representantes mujeres: nueve en total: una senadora, Irene Silva de
Santolalla y ocho
diputadas, Lola Blanco de la Rosa Sánchez , Alicia
Blanco de Montesinos, María Eleonora Silva Silva, María Colina de Gotuzzo,
Manuela Billinghurst, Matilde Pérez Palacio Carranza, Juana Ubilluz de
Palacios, Carlota Ramos de Santolalla
Sin embargo, las nuevas parlamentarias tuvieron
que afrontar el marcado
machismo de la sociedad expresado
en el mismo congreso y también retar
a a sus familias, principalmente a sus
maridos, en su interés de participar en
la política. Ellas trabajaron a favor de
las necesidades de sus departamentos, participaron en comisiones cuyas sesiones
se prolongaban hasta altas horas de la madrugada. Pero, no por ello, dejaron
de ejercer su papel de madres. Roisida Aguilar Gil, en
su estudio « Elecciones generales de 1956. La ampliación del cuerpo
electoral » (2003) entrevistó a
algunas de estas parlamentarias. La
congresista de Loreto, Juana Ubilluz
Panduro, relata que en su laboriosa actividad nunca descuidó su hogar: “No
dejaba de alternar bastante en la casa, cuidar
a mis hijos, conversar con ellos, no sentirme alejada del hogar, porque
eso es lo más importante. Al tener un cargo público también hay que cuidar del
hogar al mismo tiempo, que es el núcleo principal de la familia »
Lo cierto es que la llegada de las
candidatas elegidas al congreso fue todo un acontecimiento para la sociedad
peruana que rompió con la tradicional idea de la representación política pertenecía
solo a los varones. En un artículo de El
Comercio publicado el 7 de junio de 1956, bajo el titulo “El triunfo de la mujer”, decía: “Ha muerto el prejuicio de la superioridad
masculina. Bien muerto está y hay que enterrarlo”.
A partir de ese momento el número de
representantes mujeres se ha ido incrementando, permitiendo mayor participación
política de la mujer y un viraje del qué hacer político nacional.
Lima, 11 de junio del 2014.
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