viernes, 28 de agosto de 2015

Manuelita Sáenz, la heroína olvidada del Perú


Manuelita Sáenz, la heroína olvidada del Perú

           En el diario La Aurora de Bogota apareció, el 20 de junio 1830, una carta de Manuela Sáenz Aizpuru (1797 – 1856) donde asume la idea de que su patria es América: "Lo que sé es que mi País es el continente de la América y he nacido bajo la línea del Ecuador”. Carta poco conocida, que revela la síntesis de su pensamiento latinoamericano, equivalente al del Libertador Bolívar y constituye todo un horizonte de proyectos políticos unitarios de los países liberados. Han transcurrido 181 años de esas proféticas palabras: en diciembre, 33 Jefes de Estado en Caracas han creado la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) como organismo de integración  y  unidad regional, que expresa el pensamiento de Manuela, cuyo nombre fue citado en el evento.

 El 23 de noviembre del pasado año, en Paita, autoridades peruanas y las Repúblicas de Venezuela y Ecuador rindieron homenaje a  Manuela Sáenz al cumplirse 155 años de su muerte. El Alcalde presidió los actos que se iniciaron con una misa en la Iglesia Nuestra Señora de las Mercedes por el padre Chully.   Arribé a Paita con un discurso cargado en el maletín.  El día estaba radiante, sin viento y con una visibilidad extraordinaria que dejaba ver el azul del mar del puerto enclavado al norte del país. Había reencontrado a Manuelita a través de relatos de escritores amigos en los ochenta, la historiadora ecuatoriana Nella Martínez y Juan José Vega, ya fallecidos, ya como agente secreto, coordinadora de acciones militares, infundiendo aliento a los batallones y hasta secretaria de Estado del ejército.  Juan José decía con pasión: “No sabes lo brava, inteligente, patriota y bella que era esa mujer. Gustaba vestir uniforme militar, usar la pistola,  montar a caballo en las batallas de Junín y Ayacucho. Tenía grandes dotes de mando, un espíritu indomable y asombrosas cualidades solo de una heroína,  antes y después de convertirse en mujer de Bolívar”. Le dije que me constaba que en los diarios y revistas de Lima de la época que revisé en la hemeroteca de la Biblioteca Nacional, al estudiar la participación de las mujeres en la independencia, ensayos  que luego publiqué en la revista Mujer y Sociedad, no aparecía Manuelita. Juan José concluyó: “Mira Linda, Bolívar en el Perú ha sido proscrito. El silencio en relación a Manuela Sáenz fue premeditado por la oligarquía en su intentó de borrarla de la historia. Lo hicieron para que no quedara huella alguna de las maquinaciones e intrigas en contra del Libertador que ella descubrió”. Amada, aborrecida y envidiada, no solo por ser la mujer que Bolívar amó,  sino porque despertó grandes pasiones. Por lo que fue borrada de la historia oficial, no obstante ser un personaje  trascendente de las guerras de la Emancipación del Perú y América del Sur. Su vida sigue inspirándonos en el intento de penetrar en su ser profundo, para darle voz y así continuar respondiendo a los interrogantes del presente.

 
Sólo a mediados del siglo XX,  Manuelita empezó a ser reivindicada como heroína y prócer en la gesta de la independencia o como precursora del feminismo en Latinoamérica. En todo caso, a siglo y medio de su muerte, la Libertadora del Libertador. En el Perú, las mujeres conforman Círculos y/o Redes que llevan su nombre.
 

En la sesión solemne del salón municipal, el Embajador de Venezuela en  Perú, Alexander Yánez,  dijo: “Hoy estamos creando en Paita,  la unidad y la integración. Estamos creando un espacio para la paz en la  ciudad donde Manuela Sáenz pasó sus últimos años de vida”.  A mi turno, a nombre de las mujeres de Lima, dije: “Tienen ustedes  una mente  y un corazón americano, …  cuando Manuelita fue objeto de persecución, calumnias y penosos exilios, ustedes, los hombres y las mujeres buenas del pueblo, la amaron, cobijaron y cuidaron de las sombras oscuras de los enemigos de Bolívar que la persiguieron hasta los últimos días de su vida que los pasó en este puerto”.

Y cuando Manuelita recibió la carta anunciando la muerte de Bolívar, ya no quiso vivir por el dolor,  pero vivió. Llegó  a Paita con dos de sus criadas, a los 33 años, para siempre.

Llegamos a la Casa Histórica de Manuelita Sáenz de calle Nueva del Pozo 309, la misma que fotografió Pedro Montero en 1922. Una casa rústica de caña y barro, techo pajizo bastante deteriorado. Ahora la habita Mary Godos, una amable paiteña cuya veneración por su memoria es innegable. Recorrí el salón, en una esquina una mesa con libros sobre su vida y obra. Su retrato, en el centro de la sala, luce bella pero fuerte. Sus ojos negros, tez sonrosada sobre fondo blanco, cabellos negros artísticamente peinados con un ligero vestido de organdí, la banda rojiblanca de su condecoración en Lima y bajo su pecho, la Orden del Sol que le confirió José de San Martín.

Los gobiernos de Venezuela, Ecuador y Perú reactivarán convenios para  convertir la estropeada morada en la Casa Museo Manuelita Sáenz. Rumbo a Lima pienso que los acusadores que la condujeron al exilio y a la muerte, no sospecharon que habría de sobrevivir al silenciamiento y como una “amable loca”, como la llamó el Libertador,  habría de recuperar su voz y su estatura para convertirse en uno de los mitos más hermosos de América.

 

 

 

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