La derecha peruana (PPC, FP y APRA) ha
rechazado el proyecto de Ley Alternancia de Genero que busca intercalar a hombres y mujeres en las listas
electorales en los procesos de elecciones.
En tanto, en países latinoamericanos como Ecuador y Bolivia han aprobado la
paridad y la alternancia con reformas constitucionales para elecciones generales, en listas de
candidatos, comités ejecutivos de partidos políticos y organismos electorales. Asi
van las cosas en la América Nuestra. En abril pasado, los congresistas, Javier
Bedoya, Luz Salgado y Velasquez Quesquén, en la Comisión de Constitución, rechazaron la norma sabiendo que las mujeres constituyen más del 50% de la
población general, electoral y aproximadamente la mitad de la militancia de los
partidos políticos. Una vez más la
derecha cavernaria demuestra ser enemiga del pueblo y de las mujeres.
Estos
hechos y otros hacen pensar que la política sigue siendo un espacio solo de
hombres porque cuando
una mujer se atreve ocupar altos
cargos de inmediato es blanco de ataques y hostigamientos, inclusive, afectadas
sus vidas tanto personal como familiar.
El peso de la
estructura machista
La estructura masculina unida al
sistema capitalista margina abiertamente a la mujer de la política. Esto lo
hizo siempre. Desde inicios del siglo XX, la lucha de las mujeres por sus
derechos al trato igualitario y acceso a la ciudadanía plena les valió ser
desoídas, excluidas, discriminadas, o fueron a parar a la cárcel, al manicomio
o al destierro. Recordemos, el comportamiento de los partidos políticos en el
debate de la Constitución del 1933,
cuando las mujeres estuvieron a
punto de conquistar el voto, la derecha representada en los partidos, vetaron
sus anhelos. Al poco tiempo, hizo todo lo que estuvo a su alcance para dividir el
movimiento de mujeres. Después, la lucha
continuó solo en el discurso de algunas notables mujeres. Con el pasar de los años, se
alcanzó el voto, pero, pronto las
mujeres se dieron cuenta que no solo bastaba sufragar, sino,
debían ser electas a fin de pensar en un cambio en el ejercicio y formas
de hacer política.
La Ley de Cuotas
En los años 90
se dio inicio a la implementación de las cuotas de género. En 1991, Argentina se
convirtió en el primer país latinoamericano
en aplicar las cuotas y la llamó Ley de Cupos. Tal fue el incremento de la participación política de las mujeres
argentinas que sus voces recorrieron toda América Latina.
En ese momento,
la escasa participación de las mujeres en los puestos de decisión hacía
imperiosa la Ley de Cuotas. Su discusión
atravesó foros y normas internacionales.
Al poco tiempo, Costa Rica, México, Paraguay, Bolivia, Brasil, Ecuador y
Republica Dominicana suscribieron dicha ley consignando 20% a 40%. Esta
conquista quedó escrita no solo en los partidos políticos, también en sus
leyes, constituciones e instituciones electorales que establecen la
participación de la mujer en los niveles decisorios de las diferentes ramas y
órganos del poder.
Nuevos gobiernos se hicieron feministas
A fines de la década de los noventa, los nuevos gobiernos
progresistas de la región, públicamente dijeron que eran feministas por
convicción, algunos acompañaron a las mujeres en sus justas aspiraciones,
sostuvieron que no podían gobernar sin
la participación de las mujeres. Para ese momento, las cuotas de género
garantizaban la integración de las
mujeres a cargos de decisión en los partidos políticos y el Estado.
La Ley de Cuotas por su carácter compulsivo obliga incorporar
a mujeres en listas de candidaturas o en
listas de resultados electorales. Pero, se comporta como medida
transitoria y su vigencia está
sujeta a la superación de los obstáculos que impiden una adecuada
representación de mujeres en los espacios de poder y representación política.
El Perú y la Ley de Cuotas
Las mujeres
peruanas asimilaron todo lo que venía ocurriendo en la región. Tomaron
conciencia que no solo bastaba tocar la puerta. Se dieron cuenta que
necesitaban garantizar su ingreso a los órganos de poder, entonces deciden
hacer suyas las cuotas de participación política.
En 1997, durante
el régimen del fujimorato, el Perú adoptó la Ley de Cuotas. Muchas mujeres
fueron convencidas por el discurso del presidente autócrata y por su práctica pro activa a favor de los
temas que les interesaba.
En el año 2000,
la Ley de Cuotas se introdujo en la
legislación peruana que otorgaba garantías para promover la participación
política de las mujeres en los espacios de decisión política, siendo la cuota del
30% para las listas que se presentaran en las elecciones presidenciales,
regionales y locales.
Con la Ley la
participación de la mujer se incrementó.
En 1980, cuando no se usaba las cuotas, la Cámara de Diputados tenía
7.2% de mujeres y la de Senadores, un 3.3%. El primer proceso electoral que aplicó la cuota fue el de las
Elecciones Generales del año 2000. El resultado fue claro, logró duplicar la presencia de las mujeres en
el Congreso de la República, pasando del 11% a casi el 22% de representación.
En el periodo legislativo 2001-2006 se
logró una cumbre de 35 mujeres
congresistas (29%) y en el último período parlamentario, la cantidad de mujeres
parlamentarias electas descendió a 28, situándonos en un porcentaje de 22% de mujeres en un Congreso de 130 parlamentarios.
Muchas veces la ley no se cumple
Se observa que en épocas electorales los partidos
políticos no cumplen con la Ley de Cuota de Género, llevando a colocar el
mínimo necesario de mujeres en las listas con la finalidad de cumplir el
requisito y así evitar las tachas.
El Observatorio de las Mujeres ha revelado que en los
últimos tres procesos electorales hubo un incumplimiento del 12% de las listas
en las cuotas de género (participación del 30% de mujeres en las listas). Es
decir, en las listas en las elecciones del 2002, 2006 y 2010 hubo distritos
donde no hubo ninguna mujer. Los distritos que más incumplieron la aplicación
de cuotas en los tres procesos fueron: San Juan de Miraflores, Villa María del
Triunfo y Villa El Salvador. (La Primera, 19.4.14).
La participación de la
mujer en política significa dar batalla, como dice aquella expresión que coreamos
en las calles “sin luchas, no hay victorias”.
Lima, 24 de setiembre de
2015.
18:22 p.m.
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